Aunque en menor número que judíos o españoles, unos 1.500 gitanos también pasaron por el campo de Rivesaltes. Esta cifra convierte a Rivesaltes en el campo más importante en la historia de la persecución de los gitanos en la zona sur. Es la principal novedad de este estudio que se documenta en los registros de los campos de la región del Languedoc (Agde, Argelès, le Barcarès y Rivesaltes) y en los archivos de las prefecturas, pues son escasos los testimonios de las víctimas.

Otro de los aspectos que nos descubre este libro es que la gran mayoría de estos gitanos eran nómadas de Alsacia-Mosela: evacuados en 1939 hacia el suroeste, otros huyeron hacia el sur durante el éxodo de mayo de 1940 y otros fueron expulsados por los alemanes hacia la zona libre durante la segunda mitad del año 1940. En un primer momento se les interna en condición de refugiados; a continuación, entre 1941-1942, con la llegada de gitanos procedentes de varias regiones francesas se revela la existencia de una auténtica política de exclusión social física.

El autor se pregunta por qué algunos prefectos no mandaron a ningún «nómada» de su departamento tras la alambrada de espinos, mientras que otros organizaron centenares de convoyes con hombres, mujeres y niños hacia Rivesaltes. Finalmente, el autor demuestra los mecanismos administrativos que permitieron internar a centenares de franceses en un campo construido para albergar a extranjeros indeseables. Una variada iconografía muestra al lector que la vigilancia policial a la que fueron sometidos los gitanos es muy superior a la que impusieron a cualquier otro grupo de proscritos durante la guerra.